¿Somos persona o somos producto?

Fr. Diego Rojas
Fr. Diego Rojas
Casa Natalicia San Vicente Ferrer (Pouet de Sant Vicens), Valencia

Basado en la experiencia de injusticia ocurrida en la provincia de El Seybo, República Dominicana, el licenciado en Filosofía Juan Manuel Febles defendió su trabajo de licencia titulado: “La lucha por el reconocimiento como superación de la reificación en Axell Honneth”. A continuación, presento algunas ideas que resultan sugerentes para contrarrestar la cosificación de la persona humana.

El pasado enero de 2018, fueron desalojadas de manera violenta y contra toda ley y derecho, 60 familias que ocupaban pequeños espacios de una antigua carretera que no se ha utilizado desde hace más de 50 años. En la actualidad, las familias no han recibido ninguna compensación por los bienes perdidos. Estos hechos se hace en el marco de abusos sistemáticos por parte de grandes empresas azucareras de propiedad privada, con muchos años de presencia en el país y de gran poder económico; desde esa perspectiva prima la producción y el lucro por encima de la dignidad y derecho de la persona humana, reduciéndola a un elemento más del engranaje de producción.

La condición de pobreza de esas familias deriva del limitado acceso a la propiedad de la tierra de la cual se han apoderado de diversas maneras los grandes ingenios, condiciones laborales deplorables en las cuales se contratan a las personas que trabajan para dichas empresas azucareras, y la muy poca o nula responsabilidad social de las mismas. Por otra parte, está la escasa o nula protección del estado a estas personas ya que el mismo se presenta débil y parcializado a favor de los poderes económicos. Si para las empresas la persona humana es una pieza más del engranaje de producción, para los políticos es simplemente un voto más en la temporada electoral.

Las posibles vías, o menor dicho, los elementos que se proponen, buscan que el reconocimiento de la persona humana sea el principal motor que impulse al trato responsable y desinteresado por el otro:

1. Dignidad humana. En la medida que seamos conscientes de que el ser humano es poseedor de una dignidad superior a la de los demás entes, que le hacen susceptible de ser valorado, honrado y respetado, se posibilita tratar al otro como persona humana, no como un objeto de uso, de quien se obtiene un provecho y se desecha posteriormente. Es tratar a los demás como poseedores de la misma dignidad que yo reclamo para mi.

2. Ética del cuidado. Con cuidado se entiende el deseo y compromiso de actuar en bien o a favor de las personas con las que establecemos relación, ya sea familiar, laboral, de fraternidad, eclesial o de otro tipo. Este deseo y compromiso supone un entramado de actitudes y acciones que definen una forma de ser y de vivir, es decir, una ética.

3. Solidaridad. En tanto estructura real en donde cobra sentido ontológico la ética del cuidado, la solidaridad viene a ser la concretización de esa ética y la vía por donde mejor se evidencia el respeto y valoración por el otro, es decir el reconocimiento de su dignidad.

Creado a imagen y semejanza de Dios, el ser humano tiene una dignidad que nunca debe ser violada. Por eso, reconocer su dignidad y defenderla en las situaciones mas vulnerables es un deber de todo cristiano.